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Cuentos

Postquarkianos

Carlos Gershenson

 

 

 

 

La Tranquilidad del Bosque

 

1

Nunca he salido de Dolsa. En sí, nunca he salido de Yavar. Estas tierras fueron repobladas hace unos doscientos años, entre 280 y 310 p.q. Antes pensaba que mi mundo se reducía sólo a lo que conocía, pero ahora mi mundo se reduce a Valitka.

Es dos años mayor que yo. Tengo 16.

Cada vez me aíslo más de mis amigos. Trabajar no tiene sentido y lo hago apáticamente. Mi mente sólo se puede ocupar de ella y no puedo concentrarme en otra cosa.

No sabe lo que siento por ella. Pero para mí es suficiente estar con ella. Me satisface sólo una mirada suya. Prefiero quedarme con lo que me da ahora, miradas y sonrisas, a arriesgarme a perder siquiera eso.

Estoy esperando a que pase entre estos altos brimos, camino a su refugio, desde hace hora y media. Cada minuto parece hacerse más y más lento. En cambio cuando estoy con ella el tiempo se me escurre entre los dedos como la arena.

Ahora se podría decir que estoy muerto. Reviviré cuando la vea. Sólo me siento vivo cuando estoy con ella.

Viene alguien… no, no era nadie. Tal vez una nirva.

La soledad del bosque… mi soledad. Pero el bosque no está solo. Más que soledad tiene tranquilidad. Yo no.

El vacío me llena por dentro, y sólo ella puede llenarlo.

No puedo esperar más. No creo que pase por aquí. La iré a buscar a su refugio.

 

2

—No, todavía no llega, ¿para qué la buscas? —Su hermano. Siempre me ha visto con malos ojos. En sí, siempre ha visto con malos ojos a todos los que preguntan por ella. O eso es lo que dicen. A mí no me importa lo que me pueda hacer. No me importa nada, mas que ella.

—Para hablar con ella.

—No… ahí viene. —Vaya, si la hubiera esperado un poco más en el bosque, no tendría que soportar a este grilko.

—Hola Parzy, hola Huidl.

—Hola Vali.

—Hola Valitka.

—Viene a verte.

—Huidl, ahora no puedo, tengo muchas cosas que hacer. Nos vemos luego. Adiós.

—Adiós.

Otro día de espera para verla, otro día miserable que me espera, hasta mañana…

 

3

Es casi imposible estar con ella a solas. Comprendo que ella no tenga ningún interés en estar conmigo a solas, cosa que no me facilita poder estar tranquilamente con ella. Cada vez que estoy solo con ella, aunque no han sido más de diez, soy feliz. El tiempo se me pasa volando y cada segundo temo que nuestra soledad termine.

Todavía maldigo a mi destino por haber perdido la oportunidad de acompañarla a su refugio desde el bosque ayer. Espero que salga temprano, ya que hace un poco de frío, pero por ella puedo soportar cualquier sufrimiento.

Cada vez que la espero me pongo nervioso y me dan ganas de orinar. Y con el frío… la puerta se abre…

—Buenos días, Valitka.

—Hola Huidl. ¿Tan importante es lo que me querías decir que me estas esperando aquí en medio de la nieve? Me hubieras dicho ayer que era importante, o por lo menos hubieras entrado.

—No, no importa…

—¿Entonces…?

—¿Entonces qué?

—¿Qué querías decirme?

—Ah… yo, nada, nada. Sólo quería saber cómo estabas.

—Ay, estoy feliz. Me voy a unir con Andrilo.

—Ah, qué bien…

—¿Qué tienes?

—Nada, nada… se me olvidó algo, luego nos vemos.

—Adiós.

 

4

No puede ser, no puede ser… ¿con ese tipo?… no puede ser.

Pero además qué, ella ni sabe lo que siento por ella, ¿por qué había de importarle?

Ese tipo…

Debería de dejar de pensar en ella, pero no puedo.

—Dile lo que sientes por ella.

—No, sólo perdería lo poco que tengo.

—Entonces únete con Brakia, se dice que le atraes.

—No sé. Tal vez.

 

5

Han pasado casi veinte años desde que Valitka se unió con Andrilo y yo me uní con Brakia. Ellos han tenido ocho críos y nosotros once.

Todavía la amo. Brakia nunca lo supo y todavía no se da cuenta. Confunde el amor con la cooperación. Ella nunca amó ni podrá amar a nadie. No sé cómo ni porqué, pero así es. Cada vez que la veo (a Valitka) con él me imagino en cómo sería todo si yo estuviese junto a ella. Lo he hecho tanto que parece que son recuerdos y que en realidad viví lo que me imaginé.

Siempre me trató como a un amigo. He vivido momentos muy dichosos con ella. La he hecho reír. Pienso que la podría haber hecho feliz. No como ese tipo. Solo la hace miserable. Hace más de diez años que no veo que ella sonría cuando está junto a él. Bueno, cuando al viejo Parishka se le incendió la barba, pero ni una montaña hubiera podido contener la risa. Todas las demás han sido sonrisas forzadas. Ya casi no sonríe con la vivacidad de antes. Parece que él marchitó algo en ella. Dice que sólo tiene tranquilidad en el bosque. Somos miserables.

 

6

—¿Vienes a buscar a Valitka, Huidl?

—Sí, Andrilo. ¿Porqué esa cara?

—Tuvimos una pelea. Me salí del refugio. Cuando regresé se había suicidado, dejó esto…

"No resisto más la vida. Lo único que me trae es pesar. No sólo fue por mi hombre, con todos los demás que conozco hubiera terminado igual. Con el único que pienso que habría podido ser distinto es con Huidl. Él es distinto. Lástima que ame a su mujer."

 

Un Drama

 

—Por tu culpa me voy a volver homosexual. —En serio, ella va a tener la culpa.

—¿Qué zaro lamiste?. —Sí, como si estuviera alucinando.

—Me va a dar una ataque. —Sí, me va a dar un ataque.

—No te azotes. —¿Que no me azote? —No hagas un drama. —¿Un drama?

—No, es que tú no comprendes, Meria. —No, no comprende.

—¿Qué hay que comprender? —¿Cómo que qué hay que comprender? —Sólo fue un desliz. —¿Un desliz?

—¿Un desliz? ¡Sí!, ya veo cuanto te importo. —Sí, no le importo.

—Fue como amigos. —¿Como amigos?.

—¿Como amigos? ¿Quieres volverme loco, verdad? —Quiere volverme loco. —Todas son iguales. —Sí, son iguales.

—Oye, yo creía que ya lo sabías. Llevo tanto tiempo haciéndolo.—¡¿Qué?!

—¿Cuanto tiempo? —¿Un mes, dos meses?

—Veintitrés años.— ¡¿Veintitrés?!

—Si nos conocimos hace diecinueve. —Veintitrés.

—A él lo conocí antes. —Antes, antes.

—¡¿Porqué?! —Veintitrés años.

—Oye, tengo necesidades, las cuales no puedes satisfacer, así es que las satisfajo con otro. —¡Necesidades!

—¡No puede ser! Y supongo que Tirim no es el único. ¿Con cuantos más? —¿Tres, cuatro?

—Unos setenta u ochenta. —¡¡¡¿Qué?!!! Tranquilo, Meril, tranquilo.

—¡Pero si has fornicado con media Grénoca! —¡Ochenta!

—Te tengo que confesar otra cosa, Meril. —¿También con mi hermano? —Tu hermana… —¿Fresia? —…soy bisexual. —¡No puede ser! ¿Cómo no me di cuenta?

—Ya decía yo que la mirabas diferente. —Siempre lo sospeché.

—Y ya que estoy haciendo confesiones, Meril… —¿Con mi madre?

—¡¡Sorpresa!! —¿Que qué? ¿Brimko, Fresia?

—¡Felicidades! —¿Qué? ¿Alris, Akni?

—Deberías de ver tu cara. Lo grabamos todo. —No me…

—No me siento bien…

 

 

La Isla

 

1

Salimos de Potamosc en la mañana. Íbamos hacia el norte y naufragamos poco antes de llegar a la península de Kolys. Planeábamos llegar a Frisa antes del anochecer.

Un propulsor explotó. Nos llenamos de pánico los que sobrevivimos. Con un flotador me tiré al agua, y todos siguieron mi ejemplo. Desafortunadamente nadie rescató un comunicador antes de que la nave fuera consumida por las llamas.

La tierra estaba cerca y nos acercamos como pudimos. Casi nadie sabía nadar. Llegamos a la orilla cuando ya anochecía y ahora sólo pensamos en descansar.

 

2

Cuando despertamos buscamos comida y conseguimos unas cuantas crazas maduras.

Además de mí, sobrevivieron dos jóvenes y un niño. Ella se llama Rewyn. Tiene veintiún años. Él tiene veinticuatro y se llama Drek. Hemofílico. Brey es el pequeño. Tiene doce. Sus padres murieron en la explosión.

Nos dirigimos hacia el norte y antes del mediodía ya sabíamos que estábamos en una isla, y no en la península de Kolys. La península se puede ver en el horizonte, a unos quince verstómetros.

Tan cerca y tan inaccesible. No podemos llegar hasta allá. Si para llegar aquí recorrimos unos dos verstómetros y algunos no llegaron. Nosotros apenas si llegamos.

Es como ver a la mujer amada detrás de una reja.

 

3

La mayor parte del tiempo, aunque estamos juntos, yo me quedo con Brey y ellos están en otro mundo.

Son jóvenes… cada día se enamoran más.

Yo trato de enseñarle lo que se al pequeño.

Hicimos nuestro refugio en una cueva, en la parte norte de la isla. Pronto llegarán las nevadas.

Al ver a Rewyn y a Drek. cómo se miran el uno al otro me invade un sentimiento, mezcla de añoranza y de celos. Añoranza de Framia. Celos porque Rewyn me recuerda a Framia.

Ella murió el año pasado. Estaba sola, la mordió una tzal. Decidí alejarme de Amris, a orillas del estrecho de Tzirna, enfrente de Pitigia. Planeaba irme al norte a colonizar. Ahora estoy condenado a esta isla. ¿Condenado? Tiene su lado bueno…

Los amaneceres cobrizos, los atardeceres purpúreos. El agua cristalina del lago. La espuma de su cascada. Los perkes de colores que nadan en sus aguas. La verde vegetación que inunda la isla con su fresco aroma.

Sí, no está tan mal.

 

4

Han pasado más de cinco años desde que llegamos a la isla.

Rewyn y Drek han tenido tres hijos, todos hombres, y Rewyn espera otro para dentro de seis meses y medio.

Brey está en pleno despertar sexual, y me preocupa que no haya más mujeres que Rewyn en la isla. Yo también lo resiento. Creo que el pequeño, bueno, ya no es tan pequeño, ama a Rewyn. Es natural. A esa edad necesita dar y recibir amor. ¿Qué a la mía no? También yo, pero él es impulsivo e inquieto. No me gusta la situación. Tendré que hablar con ella.

 

5

—Tienes que comprenderlo, Rewyn.

—¿Pero qué va a decir Drek?

—Él también tiene que comprenderlo. Pónganse en su posición. Además no tiene nada de malo que seas poligámica, dada la situación en la que nos encontramos. No tienes nada que perder al amar también al muchacho.

—Pero Drek…

—Puedes amar a otro sin dejar de amarlo a él.

—No sé, tengo que pensarlo.

—Pero no comentes con nadie nuestra conversación, por favor…

—Está bien.

 

6

Estoy harto de que me trate como a un niño. El amarla como mujer que es me convierte en hombre… ¡Va a ver qué tan niño soy!

El sol está en su cenit. Drek está cazando. Alram está cuidando a los pequeños y Rewyn está en el lago bañándose. Ya casi llego…

Se oye el chapoteo…

Ahí está. Es hermosa…

Cómo me gustaría ser agua para acariciar toda su piel, recorrerla toda, saborear sus labios y que ella me saboree. Escurrirme entre sus senos, descubrir su vientre.

Me acerco al lago…

Está debajo de la cascada…

Me desnudo…

Brrrr… el agua está fría…

No me oye por el ruido de la cascada…

No sé si debí haber venido… demasiado tarde para arrepentirme…

El agua me llega a la cintura…

Se voltea y me ve. Se cubre los pechos con las manos.

Me acerco hasta estar frente a ella…

Nos miramos a los ojos…

Le tomo las manos y las enredo alrededor de mí…

La abrazo y la beso…

—Así no… déjame enseñarte…

Me besa…

La cascada nos baña y sólo escucho su agitación…

Nos vamos del otro lado de esta y me encuentro rodeado de sombras…

Veo su silueta acercarse a mí otra vez…

La beso…

—Aprendes rápido…

Me recuesta sobre las frías rocas donde me siento sin salir del agua…

Ella se coloca sobre mí y me ofrece un seno…

Su seno mojado no tiene sabor, pero la sensación de saborearlo… no puedo describirla…

Su sexo envuelve al mío con su calor…

 

7

A Drek no le pareció la idea de compartir a Rewyn con Brey.

Al enterarse de lo que sucedía, unos seis meses después de que Rewyn y Brey empezaron a verse, furioso fue a buscar a Brey.

Nevaba. Brey se defendió y al estar luchando cayeron por la montaña y murieron los dos.

Al día siguiente Rewyn dio a luz entre lágrimas a una preciosa niña.

Eso fue hace siete años, pero lo recuerdo como si fuera ayer.

Rewyn tuvo conmigo otras dos niñas, muriendo al dar a luz a la última.

Ahora tengo que criar a los pequeños, y esperar mi destino…

 

Las Cuatro Estaciones

 

1

Ah, la primavera… la alegría de los animales, la delicadeza de las flores, la pureza del cielo, la ansiedad del corazón. La vida es tranquila en Jamil…

—Ay, no sé. —Daria. Nada más se hace la difícil. Pero la primavera también despierta sus sentidos. Si apesta a sentidos despertados.

—No digas nada, sólo bésame…

—¿Cómo crees? —Sólo le da pena. Se sonroja y se ríe.

—¿Qué no entiendes que me gustas mucho?

—Ya lo sé. Es que no sé si ya estoy lista.

—Si ya hasta se te está pasando… ya te estás arrugando.

—Calla.

—En serio, ya estás vieja.

—Si acabo de cumplir quince.

—Yo también. Y sé lo que te digo. Ya chocheo.

—No es cierto.

—Sí. Y necesito que me rejuvenezcas con un beso…

Mmmmm.

¿No que no?

La sombra de los breznos la invaden para que se despoje de su inocencia, como una tzal cambiando de piel.

El aire se mueve como el mar. Las aves comentan al mundo lo duro que fue el invierno.

La tierra se prepara para dar la bienvenida a la vida nueva.

—¡Ah! Vamos a nadar al río.

—Estás loco. El agua está helada.

—¡Vamos!

Me encanta estar vivo.

 

2

Pero qué calor hace. El verano irrumpe en Jamil.

La vida nueva descubre el mundo en el que ha caído. Las plantas muestran su esplendor y los cachorros juguetean entre las hierbas.

A todos nos invade el sueño. El calor produce un dulce aletargamiento.

Gruesas nubes envuelven al implacable sol. Los truenos y rayos invaden el valle, anunciando la llegada de la esperada lluvia.

El agua celestial nos empapa, bañándonos y limpiando nuestro aletargamiento. Nos refresca y nos ponemos a jugar y a brincar entre los charcos, salpicándonos aunque estemos completamente mojados.

Los animales se apresuran a llegar a sus madrigueras para protegerse de la refrescante tormenta. Las pequeñas tzales implumes se arrastran entre los riachuelos confundiéndose con el agua. Las mayores vuelan sobre los árboles rumbo a sus nidos.

La noche trae consigo la calma y la tierra absorbe lentamente el ansiado líquido.

Los perkes nadan en las abundantes y turbias aguas de los ríos, agitadas todavía. Más allá el mar recibe contento a los ríos, como un enamorado recibiendo un largo beso de su amada. Gracias a Daria ya sé lo que siente el mar.

Los animales y los hombres se preparan para descansar mientras la tierra sigue disfrutando del amor que tuvo con la tormenta.

 

3

 

Las hojas de los breznos, los alres y los brimos se tornan cobrizas. Los árboles, al no aguantarlas, las dejan caer como una madre deja ir a sus hijos cuando son mayores. El otoño brilla esplendorosamente, transmitiendo a la naturaleza el color del sol.

La cosecha es prometedora. Vatas, crazas, dulces ergios. Contagian su madurez.

Mientras recogemos la cosecha vamos probando de cada árbol y al final del día terminamos con el estómago lleno, el alma satisfecha y los cachetes embarrados.

Al anochecer nos reunimos a contar historias y a reír mientras las notas del damir y de la elgia nos hablan del pasado.

Los cuerpos alegremente cansados con el trabajo matutino se relajan al calor del fuego.

La imaginación se expande sin límites aderezando nuestras vidas.

El ambiente es propicio para el amor.

—¿Me quieres?

—Claro. ¿Si no porqué estoy aquí contigo?

—¿Cuánto?

—Demasiado.

—¿Y cuánto es demasiado?

—No lo sé.

En el amor no importa de qué se hable. Ni siquiera importa si se habla o no. Sólo importa que se sea.

 

4

La blanca nieve cae sobre la tierra, cubriéndola con su frío manto de soledad.

Los huesos tiemblan bajo la inclemencia del tiempo, pero el hermoso paisaje hace olvidar por momentos el frío. El blanco invade la vista: el cielo, el río, el suelo… sólo los árboles salvan algunas ramas de ser tragadas por el blanco.

Los animales tratan de protegerse del frío buscando refugios y esperando que el invierno pase lo más pronto posible.

Los vientos soplan del norte y del este. El mar helado parece también temblar, o por lo menos enfurecerse por el frío.

Nosotros aprovechamos la nieve para divertirnos. Jugamos cuando el sol está alto, y cuando el frío encrudece, regresamos a los refugios a cantar y a reír.

Daria no me ha dirigido la palabra en una semana, pero ya regresará la primavera…

 

A Orillas del Lago

 

1

La frescura del lago Priatko. El lago de los tres ríos: Ardis, Centis y Olranto. El corazón de Afria ofrece una región maravillosa.

Fersia y yo regresamos de nadar en el lago Priatko. Las dos nacimos en Mestia, pero emigramos con nuestras familias hace unos diez años, viviendo la mitad de nuestras vidas a orillas de este hermoso paisaje. De nosotros, en un futuro, se repoblará casi toda Afria, aunque dudo que muchos se quieran ir lejos de este lago. Se calcula que en unos ciento cincuenta años (220 p.q.), se logre establecer una densidad de población de 0.3 habitantes por verstómetro cuadrado en Afria. Y toda la población debería de salir de nuestra colonia. Considerando que somos diecisiete, y cinco ya no pueden procrear, se avista un futuro bastante reproductivo. Por lo menos ninguno es hemofílico… todavía.

A Arza le encanta bañarse desnuda en el lago. A mi me da pena, y aunque sí me quito toda mi ropa, lo hago ya que estoy adentro del lago. Ella dice que soy tonta, pero pues así soy. ¿Qué tal si viene alguien? Pero estoy segura que a ella le encantaría que la viera Rokhel.

No sé porqué le da pena a Fersia nadar desnuda. No es nada fea. Sólo se hace la inocente. Se cohibe por cualquier cosa, cuando la razón por la que se cohibe es lo que más desea. El ejemplo viviente: Rokhel.

Ahí viene Rokhel…

—¿Cómo les va, muchachas?

—Bien, Rokh.

—Bien, ¿y a ti?

—No me la paso mal. Tengo prisa, nos vemos luego.

Rokhel es el único hombre de nuestra edad. Bueno, tiene un año menos, pero el que le sigue tiene doce menos que nosotras, y hacia arriba el más joven es mi tío Izcham, que nos lleva por quince. Arza y yo nos queremos mucho, pero nos tenemos que enfrentar si queremos procrear, lo cual me provoca un extraño temor…

Al caminar entre la selva me siento viva, y parte del mundo, de un todo. Hace un poco de calor, pero ya nos acostumbramos. Si hemos tenido que soportar ambientes de 23.3 + 5i ºR. El murmullo de la selva es infinito. Hay muy pocos lugares en el planeta con este clima, debido a la glaciación, pero pienso que este es el más bello.

 

2

No puedo decidirme, las dos son hermosas. Las dos son alegres y agradables y no quisiera lastimar a ninguna. Y por si fuera poco todos los viejos especulan sobre "quién será la afortunada". Pero ya he perdido años en indecisiones. Parece que las dos sufren. Si escojo por lo menos una sería feliz… creo. Y además mi cuerpo también me reclama la reproducción.

Ya sé. La primera que vea será mi mujer. Voy a buscarlas.

No puede ser, ahí vienen las dos. Me pregunto qué estarán pensando.

—¿Cómo les va, muchachas?

—Bien, Rokh.

—Bien, ¿y a ti?

—No me la paso mal. Tengo prisa, nos vemos luego.

Demonios, se ve que acaban de nadar. Desde hace poco sé que nadan desnudas y nunca las he podido ver… y me muero por verlas.

¿Y ahora cómo le hago? No lo sé. Y no lo puedo dejar a la suerte. Que tal si la otra hubiese sido mejor. Siempre me quedaré con la duda. Tengo que estar convencido de que escojo a la mejor. Pero es que son tan parecidas. Somos amigos desde bebés. En lo que una aventaja en algo a la otra, la otra aventaja en otra cosa a la una. Como quisiera que la una y la otra fueran una misma.

 

3

Estoy decidida. Ya no puedo esperar más tiempo las indecisiones de Rokh. La noche es obscura y su refugio no está lejos…

Espero soñar con él…

No puedo dormir. Sólo puedo pensar en ellas… mi mente se pasa de una a la otra, o pienso en las dos juntas, en cómo reíamos cuando éramos críos. Todo cambia…

Lo bueno es que Rokh duerme con la claraboya abierta… espero no despertar a nadie.

Su habitación es muy obscura, espero no trope…

PUC.

—¡Sssss!

¿Quién está ahí? Una silueta de mujer… es Arza o Fersia. Arza es más atrevida, pero quién sabe. Se acerca… tal vez sea Fersia… se parecen mucho.

Su ropa se desliza por su cuerpo. Puedo ver su silueta desnuda. Silueta mística, ¿qué secretos escondes? Pronto los descubriré.

¿Qué pensará de mí? ¿Será muy atrevido lo que hago? ¿No me rechazará? Sólo hay una forma de averiguarlo…

Sea cual fuere es hermosa… siento su cuerpo caliente sobre mí. Su suave piel acaricia la mía… creo que no he conocido cosa más suave…

—Rokh, ámame.

Es Arza… Arza.

Parece que el misterio y los secretos del sexo femenino nunca los podré descifrar.

 

4

Arza está bien dormida en su refugio. Ni modo, tendré que nadar sola…

El aire es puro, el agua del lago refleja el cielo azul rasgado de blancas nubes.

¡Ahí está Rokhel! Es mi oportunidad… ¿pero qué hago?… ¡Ya sé!

¿Pero no es Arza quien se mete a nadar desnuda al lago? Su larga cabellera va cayéndole por la espalda como una infinita cascada de plata. Voy con ella…

Qué vergüenza me da… todo sea por el amor que tanto anhelo. Ese ruido, parece que viene hacia mí…

El agua nos llega a la cintura… Sólo de recordar lo de anoche…

Está atrás de mí… ¡me abraza!… me acaricia…

Quiero besarla… ¡¿Fersia?!

El beso que siempre esperé…

¡¿Y ahora qué hago?!

Besarlo… y él es hermoso… sus ojos más azules que el cielo… su cabello negro, sus fuertes brazos…

Creo que no tengo escapatoria…

Vamos a la orilla…

—Te voy a amar, Rokhel…

Glup…

 

5

No puedo esperar para contárselo a Arza… ¡fue maravilloso!… aunque sé que la va a lastimar.

Espero que ya se haya despertado…

—Hola Arza.

—Hola, Fersia, ¿cómo te va?

—Bien , muuuy bien.

Pobrecilla, le tengo que contar de Rokh… se le va a quitar lo alegre que está… ¿Por qué estará tan alegre?

—Rokhel y yo hicimos el amor…

¡Madres!

—Lo siento, Arza, pero…

—Yo también.

¡¿Que qué?!

—Anoche… en su refugio…

—Pero, si hace sólo un momento… en el lago…

¡No puede ser!

¿Por qué se va? Siempre tiene que huir de todo…

Pero esto lo tendremos que enfrentar…

 

6

Ahora sí estoy confundido… las dos son maravillosas, las dos me aman,… amo a las dos.

Espero que estén aquí, como les dije ayer… ya es la hora…

Todavía no llegan. Es el colmo. Esto decidirá el resto de nuestras vidas y ellas llegan tarde… bueno, yo tampoco llegué puntual, pero sí llegué antes que ellas.

Solo en medio de la jungla… se podría decir que lo menos que estoy es solo… sólo escuchen ese escándalo…

—Hola, Rokhel.

Llegaron…

—Hola, Rokh.

—¿Cómo les va, muchachas?

—¿Para qué nos quieres?

Todavía que nos engaña, tiene el descaro de preguntarnos, ¿Cómo les va?…

—Creo que ya saben de los que se trata…

Les tengo que decir…

—Las amo a las dos.

No es posible.

¿Cómo?

—¿Cómo?

—Las amo a las dos… no sé cómo ni porqué, sólo sé que las amo.

—Pero…

—No puedo amar sólo a una… las amo a las dos.

—Rokhel, tú sabes lo que sentimos nosotras por ti…

—Sí, lo sé… es por eso que no puedo dejar de amar a ninguna.

Creo que más vale compartir que padecer…

—Yo acepto, Rokhel…

—Yo también, Rokh… aunque no creo que ni te imagines cuánto te amamos.

Lo mismo digo. Ni se imaginan cuánto las quiero…

¿Qué dirán los viejos?

—¿Pero qué dirán los viejos? Te aseguro que ellos no van a estar de acuerdo.

—Vámonos de aquí, Rokhel…

Huir, siempre huir…

—Creo que sería la única opción…

¡Mi selva…!

—Pero, Rokh… este lugar… es hermoso…

Sí, pero yo lo dejaría sin pensarlo dos veces por el amor.

—…¿Qué no hay otra opción?

—Sólo sé que los viejos nunca permitirían esto… y ellos no se van a ir…

—Vámonos al norte, Arza… a colonizar…

—Está bien…

Dejo el lugar más bello de la tierra por el hombre que amo…

 

La luna

 

La leyenda cuenta que, antes de los quarks, cuando la sociedad estaba dividida en dilkos y mersefas, los amantes que tenían relaciones heterosexuales se reunían a escondidas de noche, a la luz de la luna, y la luna, que tanto disfrutaba el cobijar estos encuentros, decidió grabarse en su superficie los rostros de dos amantes. Por eso, siempre que hay luna llena, se pueden ver en ella dos rostros besándose, riendo y hablando. Le gustan tanto a la luna los amantes que cada vez que uno los voltea a ver se están diciendo otra cosa, o besándose de otra manera, siempre cambiando. Hasta se dice que son Mik y Casandra, que al aniquilar la antigua sociedad por su amor conmovieron tanto a la luna que transformó su rostro dibujándolos en él. Eso sí, nadie sabe qué tenía antes dibujada la luna.

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